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Uzbekistán es un país de Asia Central que se encuentra en la encrucijada de la Ruta de la Seda, una de las rutas comerciales más antiguas y famosas del mundo. Durante siglos, esta ruta fue el principal medio de comunicación entre Asia y Europa, y Uzbekistán fue uno de los puntos clave en ella.

A lo largo de los siglos, este país ha sido el hogar de muchas culturas, lo que ha dejado una huella profunda en su arquitectura, su comida y su gente. Además, es un país lleno de contrastes, desde las montañas nevadas del este hasta las planicies desérticas del oeste.

La gente de Uzbekistán es conocida por su hospitalidad y su cálida bienvenida a los visitantes. La cultura uzbeka es rica y variada, y ha sido influenciada por muchas culturas a lo largo de los siglos, incluyendo la persa, la turca y la rusa. La religión predominante es el islam, pero también hay una importante comunidad de judíos y cristianos.

Una de las mejores formas de experimentar la cultura de Uzbekistán es visitar sus ciudades, que están llenas de monumentos y lugares históricos. Entre las ciudades más famosas se encuentra Tashkent, la capital, que cuenta con una mezcla de estilos arquitectónicos modernos y tradicionales. En Tashkent, se pueden encontrar lugares como el complejo Khast-Imam, que incluye la mezquita Tilla Sheikh y la madrasa Barak-Khan.

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Otra ciudad que tienes que visitar es Samarcanda, que es conocida como una de las ciudades más antiguas del mundo. Samarcanda es el hogar de muchos monumentos históricos impresionantes, como la plaza Registán, que cuenta con tres madrasas impresionantes. También se pueden visitar el mausoleo Gur-e-Amir, la mezquita Bibi-Khanym y la necrópolis Shah-i-Zinda.

Khiva es otra ciudad que no te puedes perder. Esta ciudad antigua cuenta con un laberinto de calles estrechas y monumentos históricos, incluyendo el complejo Ichan-Kala y la madrasa Muhammad Amin Khan.

Bukhara es otra ciudad que no puedes perderte. Esta ciudad es famosa por su impresionante arquitectura islámica, como la mezquita Kalyan, la madrasa Miri-Arab y la fortaleza Ark.

Además de las ciudades, también hay muchos otros lugares y monumentos que vale la pena visitar en Uzbekistán. El lago Aydar es un lugar impresionante rodeado de desiertos, y el Valle de Fergana es una región montañosa que es el hogar de muchos pueblos antiguos.

La cocina uzbeka es una mezcla de influencias de la antigua Ruta de la Seda, Rusia, Oriente Medio y Asia Central. Los platos típicos están basados en la carne de cordero, aunque también se pueden encontrar opciones vegetarianas. Uno de los platos más populares es el plov, un arroz cocido con zanahorias, cebolla y carne de cordero que se cocina en una olla especial llamada kazán. Otras deliciosas opciones incluyen shashlik, un plato de brochetas de carne asadas, y lagman, un plato de fideos con verduras y carne.

También hay una amplia variedad de dulces y postres que se pueden disfrutar en Uzbekistán, como los samsa, un tipo de empanada rellena de carne o patata, y el halva, un postre hecho de semillas de sésamo y miel. Además, el té es una bebida muy importante en la cultura uzbeka y se sirve en todas partes, desde hogares hasta cafés y restaurantes.

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Otro producto destacado de Uzbekistán es la seda, que se produce desde hace más de 2.000 años en la región. Las ciudades de Bukhara y Margilan son especialmente conocidas por su producción de seda. Los mercados tradicionales, como el Siab Bazaar en Samarcanda, ofrecen una amplia variedad de productos de seda, desde telas y bufandas hasta alfombras y ropa. Además, muchos de los mercados también ofrecen visitas guiadas a talleres de seda donde se pueden ver los procesos de producción.

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Como ejemplo de la cultura oral de Uzbekistán tenemos el cuento popular, conocido como 'El Pájaro Simurg', que forma parte de la rica tradición de cuentos populares de Asia Central y se cree que su origen se remonta a la antigua Persia. Es un cuento muy querido en la cultura uzbeka:

Hace mucho tiempo, en un reino lejano, vivían muchas aves de diferentes especies y colores. Cada día, las aves se reunían en la corte del rey pájaro para escuchar sus sabias palabras y consejos. Pero un día, las aves se dieron cuenta de que les faltaba algo. Querían un gobernante supremo, uno que pudiera guiarlos en su vida diaria y tomar decisiones importantes para el bien de todos.

Entonces, las aves decidieron emprender un largo viaje para encontrar al Pájaro Simurg, un ser mágico que se decía que era el gobernante supremo de todas las aves. Después de muchos días de vuelo, las aves llegaron al pie del Monte Qaf, donde se decía que vivía el Pájaro Simurg.

Pero subir al Monte Qaf no era fácil. Las aves tuvieron que enfrentar muchos peligros y desafíos en su camino, y muchas de ellas se rindieron y regresaron a sus hogares. Sin embargo, un pequeño grupo de aves persistió en su búsqueda, y finalmente llegaron a la cima del monte.

Allí, en la cima del árbol Gaokerena, encontraron al Pájaro Simurg. El pájaro era de un color dorado brillante y tenía un canto muy hermoso. Las aves le pidieron al Pájaro Simurg que fuera su gobernante, pero el pájaro les dijo que no podía hacerlo. Les dijo que su gobernante ya estaba dentro de cada una de ellas, y que lo que necesitaban era mirar dentro de sí mismas para encontrarlo.

Las aves estaban confundidas, y le preguntaron al Pájaro Simurg cómo podrían hacer eso. Entonces, el pájaro les mostró un espejo mágico. Cuando las aves se miraron en el espejo, se dieron cuenta de que el Pájaro Simurg y ellas eran en realidad una sola cosa. El pájaro les dijo que habían encontrado al gobernante que buscaban, y que debían regresar a casa y gobernar sus propias vidas.

Las aves regresaron a casa, llenas de sabiduría y conocimiento. Se dieron cuenta de que el verdadero gobernante de sus vidas estaba dentro de ellas mismas, y que solo necesitaban mirar dentro de sí mismas para encontrarlo.